Nuestro país ha tenido y sigue teniendo una transformación muy importante en materia de equidad, libertad y respeto por el género femenino.
Afortunadamente, el rubro agropecuario no ha quedado exento de ello aunque no con el protagonismo que quisiéramos para los tiempos actuales: según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), las mujeres representan en promedio el 43% de la fuerza laboral agrícola en países en desarrollo, mientras en Chile esa cifra llega a solo al 20%, de acuerdo a la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA).
Históricamente, se ha considerado al agro como un sector donde la fuerza física y el enfrentamiento a condiciones extremas se asocian a capacidades masculinas. Sin embargo, pese a esto, la mujer ha podido aumentar significativamente su participación en este sector, trazándose un camino en forma admirable, con los primeros pasos en los trabajos de temporada, para luego pasar a ocupar cargos de jefatura, los cuales han visto un incremento en las explotaciones agrícolas según mediciones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Estos cambios nos motivan, no obstante, aún queda trabajo por hacer. Todavía existen brechas considerables en cuanto a salarios y capacitación, por ejemplo, donde los mismos estudios muestran menores avances.
En cuanto a un área más específica, como la producción lechera, hemos podido ver cómo el trabajo en el campo se ha ido perfeccionando, no sólo en cuanto a la participación femenina, sino también en su formalización a nivel general, con sueldos de variables conocidas y transparentes, regularización de contratos y pago de imposiciones, horas extras y beneficios de habitabilidad, entre otras mejoras.
En Manuka queremos que la equidad de género también se haga parte de nuestra cultura organizacional, por lo que hemos optado a una revisión total de nuestras políticas corporativas, lo que incluye un lenguaje más inclusivo, comunicaciones internas y externas más amplias, avisos laborales enfocados en la mujer e infraestructura acorde a las necesidades femeninas, entre otros puntos.
No está de más recordar que la inclusión tiene múltiples beneficios en las empresas. Según estudios de la corporación financiera internacional del Grupo del Banco Mundial, la participación femenina ayuda a mejorar el clima laboral, al aportar habilidades que se relacionan con la empatía y la valoración del otro, además de poseer una mayor predisposición a la comunicación y feedback, lo que es sustancial a la hora de resolver conflictos.
Por otra parte, las mujeres fortalecen las dinámicas de equipos, ya que poseen más habilidades para reunir personas y aglutinar opiniones, promoviendo así la participación y creación de nuevos grupos de trabajo.
Actualmente, en Manuka tenemos un 16% de colaboradoras, con un crecimiento sostenido año a año, esperando llegar al 20% en el mediano plazo. En esta materia, podemos destacar el área de Administración, donde las mujeres representan un 48%, mostrando un excelente desempeño.
Nuestra experiencia ha sido positiva, por lo que la invitación es entonces a seguir avanzando en materias de equidad de género, con prácticas concretas y de relativamente rápida aplicación que motiven a las mujeres, como son las herramientas de evaluación y compensación basadas en mérito y nivel de responsabilidad, junto con bandas salariales transversales, dos instrumentos que premian y compensan a las personas con criterios netamente de gestión y que, sin duda, permitirán que ellas se sigan sumando al rubro agrícola.
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