El dombenitense José Luis Sánchez es el fundador de Entosur, una empresa dedicada a la cría de alimento vivo para animales exóticos

La sostenibilidad del planeta está en riesgo. Numerosas entidades han advertido ya que la población mundial se verá obligada a cambiar sus hábitos alimenticios porque la producción que llevan a cabo las explotaciones ganaderas actuales es insostenible a largo plazo. El déficit de recursos y materias primas será cada vez más notable y el cambio climático ya acecha en el horizonte. Y la solución a este problema podría encontrarse en los insectos. La propia ONU lanzó un informe en 2013 en el que recomendaba a los países occidentales incorporarlos como alimento por sus enormes beneficios a nivel nutricional, económico y de sostenibilidad medioambiental.

Ese comunicado de las Naciones Unidas fue el que llevó a José Luis Sánchez a emprender creando su propia granja de insectos. «Vi ahí un nicho de mercado interesante y decidí lanzarme a por él», asegura. Nacido en Don Benito, se marchó de Extremadura a los 17 años para estudiar los ciclos formativos de Técnico Forestal en Cuenca y, más tarde, el Grado de Ciencias Ambientales en la UAL (Universidad de Almería). Fue en la ciudad almeriense, una vez finalizó su carrera universitaria, donde creó Entosur, una granja de insectos que comercializa alimento vivo para animales exóticos en cautividad.

Hay cinco tipos de insectos que se pueden vender actualmente en el mercado como alimentación animal: grillos, moscas, cucarachas y dos especies de gusano, conocidos como el gusano rey y el gusano de la harina. «Nosotros empezamos criando todos, pero nuestra estrategia nos ha llevado a quedarnos solo con dos: la cucaracha Blaptica Dubia, que movemos sobre todo por el mercado europeo en venta al por mayor; y la mosca Hermetia Illucens o mosca soldado negra, una especie de larva que tenemos guardada para futuros proyectos, aunque también le damos una salida mercantil actualmente», indica.

Ya hay cerca de una decena de criaderos de este tipo en España, pero ninguno aún en Extremadura

Sus principales clientes, en el caso de la cucaracha, son zoológicos y criadores profesionales de animales. La larva de mosca, en cambio, está más enfocada al procesado y la creación de harinas para sectores como la acuicultura, por ejemplo, donde se presenta como una alternativa sostenible a la harina de pescado.

El extremeño quiere que su empresa siga creciendo y ya tiene varios proyectos a corto plazo en mente: «Queremos implementar también la transformación de insectos en alimento para animales domésticos», adelanta. De hecho, ya están llevando a cabo algunos experimentos a través del procesamiento de las larvas de mosca, pero por ahora solo comercializan el alimento vivo.

En estos momentos, solo existen alrededor de una decena de criaderos de este tipo en España. El ser uno de los pioneros en este sector le acarrea muchas ventajas, pero también algún inconveniente en su trabajo diario. «No hay investigaciones ni artículos científicos sobre esto, ni ninguna experiencia previa. Es un trabajo muy personal en el que tienes que ir probando todo a base de ensayo y error. Nosotros estamos abriendo el camino, pero es verdad, por otro lado, que cuando el sector empiece a crecer, nosotros vamos a estar mejor posicionados que los que se sumen después», explica.

Los insectos cuentan con numerosos beneficios a nivel nutricional y medioambiental

Ninguna en la región

En Extremadura aún no se ha creado ninguna granja de insectos, pero el dombenitense cree que es «una oportunidad de negocio muy atractiva» para cualquiera que quiera emprender en este sector en la región. «Además, es una tierra muy ganadera que cuenta con una buena logística y mucha experiencia en esta industria. Y supongo que habrá más ayudas que en Andalucía. No podemos olvidar que la cría de insectos ya está catalogada como nueva ganadería», afirma Sánchez.

La única pega que le ve a la instalación de un criadero de este tipo en Extremadura sería el clima. «A los insectos les viene mejor unas temperaturas más suaves, tanto en invierno como en verano, pero es algo que se soluciona fácilmente con unas instalaciones adecuadas. Ya hay granjas repartidas por toda España y funcionan sin ningún problema», reitera.

Para aquellos interesados en emprender en este sector, José Luis Sánchez recomienda contactar con alguna entidad que pueda asesorarles acerca de los primeros pasos a dar. En Entosur también se encargan de ello: ofrecen una transferencia de conocimientos a quienes deseen crear su propia granja de insectos desde cero. «Otra opción es como hemos empezado muchos: de forma autodidacta, leyendo, informándose y experimentando mucho», manifiesta.

«Es una oportunidad de negocio muy interesante para aquellos que quieran emprender en este sector»

El extremeño no tiene dudas acerca del enorme potencial que tiene la cría de insectos. «El sector tiene muchísimo futuro, porque las necesidades ambientales a escala planetaria exigen este tipo de iniciativas», asegura el joven empresario.

Numerosas ventajas

Las ventajas de los insectos con respecto a otros alimentos se fundamentan en cifras. El grillo, por ejemplo, tiene casi el triple de proteínas que la carne convencional, además de una mayor cantidad de otros nutrientes beneficiosos para la salud. A nivel medioambiental, la cría de insectos es también más sostenible que la del resto de industrias pecuarias: posee una mayor conversión de alimento -necesitan dos kilos de comida para engordar uno, mientras que la ternera requiere de cerca de doce-, precisan de menos agua y terreno para criarse, y producen una cantidad de gases invernadero apenas inexistente en relación a los del ganado tradicional.

«El que crea que dentro de 40 años va a poder comer ternera como la comemos hoy en día está muy equivocado. Esto es insostenible y nos vamos a tener que acostumbrar a otro tipo de alimentos. Será volver también a una nutrición mucho más natural», opina Sánchez.

Reconoce que en Occidente hay un arraigado tabú con el consumo de insectos, pero aclara que no es necesario que se tengan que comer con la forma que presentan: «Los insectos pasarían por un proceso de secado y de molienda como se hace con otros productos, y esa harina resultante se podría utilizar para hacer pan, magdalenas o cualquier otra cosa. De todas formas, hay insectos que no saben mal; en los Países Bajos, está considerado toda una delicatesen comer una especie de gusano con vino blanco, por ejemplo».

La legislación española, sin embargo, no está actualizada en este sentido. La UE autorizó la venta de insectos para consumo humano a partir del 1 de enero de 2018. Algunos países, como Francia, Reino Unido o Bélgica, ya contaban con una legislación previa a esa fecha que regulaba la cría de insectos. «A España esto le ha pillado un poco de sopetón, porque no tiene ninguna ley al respecto que regule el tema en cuestiones de reproducción, seguridad alimentaria, procesado… Por eso ahora mismo está permitido el consumo de insectos por el ser humano, porque lo autoriza la UE, pero no criarlos en España con ese fin. Los insectos de los supermercados y restaurantes tienen que ser importados de esos otros países, porque aquí por ahora solo se pueden criar insectos para la alimentación de animales», explica.

La legislación española todavía no permite la cría de insectos para el consumo humano

No obstante, el dombenitense augura que la legislación española no tardará mucho tiempo en ser modificada para asemejarse a los países europeos más avanzados en este aspecto. Cuando eso ocurra, se abrirá un nuevo campo infinito de posibilidades en este sector que ya forma parte de la industria de las ‘nuevas ganaderías’.

Los insectos están cada vez más extendidos en supermercados y restaurantes como una alternativa más en la dieta humana. Sin ir más lejos, en Cáceres hay una taquería mexicana, Los Plebes, que incorpora en sus platos grillos, alacranes, escarabajos o saltamontes, aunque tengan que comprarlos en Noruega y México. Y aseguran que cada día son más los clientes que se animan a probarlos.

En definitiva, estos ‘bichos’ empiezan a ser ya una realidad como parte de la alimentación humana y animal, y se prevé que su demanda no pare de crecer exponencialmente en los próximos años. Aún hay tiempo de coger los mejores asientos en un tren que está a punto de partir.

 

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