Durante la administración Trump los productores agrícolas mexicanos padecieron el endurecimiento de las medidas proteccionistas de Estados Unidos que se establecían como respuesta a la presión de sus propios agricultores, particularmente los de Florida. Y es que como lo sintetiza el sonorense Manuel Cázares, vicepresidente del Sistema Producto Tomate, “los productores de Florida insisten en cobrar un arancel para el tomate y otras hortalizas como los chiles además de las berries, porque aseguran que tienen una competencia desleal y que vendemos por debajo de los costos de producción. Quieren que exportemos únicamente cuando ellos necesiten producto, lo que no es otra cosa que la estacionalidad, violando los acuerdos del TLCAN y T-MEC”. Así, el presidente Trump fortaleció su estrategia de su guerra comercial con el mundo.
La industria agroalimentaria nacional que aportó durante el segundo trimestre del 2020, 392 mil millones de pesos al PIB y cuyo valor de exportación en septiembre de 2020, fue de 3 mil 005 millones de dólares, con una importante generación de empleos para miles de familias mexicanas, una vez más se alista para asumir los retos que emanen de la administración Biden.
Durante el gobierno de Barak Obama, con el propio Biden como vicepresidente, los agricultores de Florida también buscaron imponer sus condiciones y ejercieron presión principalmente contra productores de tomate mexicano, sin embargo, esto no prosperó toda vez que el gobierno mexicano solicitó a su homólogo estadounidense “no iniciar su administración con ese problema”. Al respecto, el Ingeniero Cázares apunta “el presidente Obama se comprometió a que mientras él fuera presidente de EU no tendríamos problemas siempre y cuando documentáramos todo lo que los tomateros decían. Así lo hicimos y nos funcionó”.
La incógnita ahora está frente a la llegada de Joe Biden a la presidencia de EU ¿seguirá el mismo rumbo de Obama o dará un giro? Durante su campaña por la presidencia del vecino país, el tema agropecuario no fue relevante, quizá un poco porque la agenda del demócrata se centró en la lucha contra el Covid-19, la recuperación económica, la equidad racial y el cambio climático. En los dos debates que sostuvieron los candidatos sólo hubo una referencia a la agricultura cuando Trump se atribuyó el mérito de miles de millones de dólares en pagos de guerra comercial a los agricultores estadounidenses «Acabo de dar 28 mil millones (dólares) a nuestros agricultores». A lo que Biden replicó «Dinero de los contribuyentes». Menos de un minuto dedicado al tema. Muy parecido a lo que sucede en México, pero en inglés.
No obstante, arropado por su imagen negociadora, en su propuesta de campaña Biden sí contó con un apartado dirigido al sector desde donde primero reconoce que las zonas rurales de Estados Unidos “son el hogar de aproximadamente el 20% de los estadounidenses. Desde donde los granjeros nos alimentan”. Así adquirió el compromiso de construir una estrategia de desarrollo económico. La propuesta estaba fraccionada en tres ejes: Revitalizar las economías rurales; acceso pleno de las comunidades rurales a los recursos federales, y mejorar el acceso a la atención médica de calidad en las comunidades rurales.
Entre estos temas generales están incluidos acciones como la reinversión en la investigación para que los agricultores posean los patentes de avances tecnológicos para la agricultura; que la agricultura estadounidense sea la primera en el mundo en lograr emisiones netas cero, otorgando a los agricultores nuevas fuentes de ingresos en el proceso; el fortalecimiento de la aplicación y ejecución de leyes antimonopolio; desarrollo de la bioeconomía y la fabricación de base biológica para llevar trabajos de manufactura de vanguardia a las zonas rurales. Esto significa tomar todos los aspectos de la producción agrícola, desde el inventario de maíz hasta el estiércol, para crear productos químicos, materiales, tejidos y fibras en un proceso que sea bueno para el medio ambiente y genere nuevas fuentes de ingresos para los agricultores. Mientras en México buscamos carbón.
El Plan Biden invertirá 400 mil millones de dólares en investigación, innovación y utilización de energía limpia, además de 20 mil millones de dólares para ampliar el acceso de banda ancha en áreas rurales.
A esto se suma el propósito de Biden por firmar nuevos acuerdos comerciales y frenar la guerra comercial con los que define como sus “aliados”: la Unión Europea y Reino Unido, lo que podría incluir relajar los aranceles a la agricultura europea. ¿En la práctica en qué papel colocará a México, aliado, socio o adversario de sus productores?
Biden también ha adelantado la creación de una legislación de inmigración que incluye una hoja de ruta hacia la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Ello incluye a los trabajadores agrícolas y el sector agrícola que les proporcionará un estatus legal basado en el historial de trabajo agrícola anterior, y un camino más rápido hacia una tarjeta verde y, en última instancia, la ciudadanía». ¿Será? Asimismo, el próximo mandatario de aquel país manifestó su interés en que las normas laborales y de seguridad, incluidas las horas extras, las condiciones de vida humanas y la protección contra la exposición al calor y a los pesticidas, se apliquen para los trabajadores del campo.
Frente a esta visión de Estado, los productores mexicanos estarán en condiciones de mantener su estatus de calidad, para competir al mismo nivel. México tiene una Secretaría de Agricultura que no cuenta con subsecretaría de agricultura, desapareció programas concernientes al campo y redujo presupuesto para el sector además de despedir a personal técnico altamente calificado.
¿Cómo enfrentaran la competencia nuestras autoridades? La cuatroté con visiones y lenguaje diametralmente opuesto, se concentra en la agricultura de autoconsumo y se evidencia enemiga acérrima de la tecnología aplicada a la producción agroalimentaria porque tienen “una mayor estatura moral” y se dedican a fortalecer la polarización ideológica claramente confrontada con el “enemigo natural”: la producción agroindustrial y el agroempresariado. Ante este panorama, ¿la SADER será la encargada de las negociaciones con el nuevo gobierno estadounidense o será también desplazada por la Cancillería que no tiene la visión técnica del sector? ¿En qué posición quedarán los productores mexicanos ante el apoyo del gobierno estadounidense para sus agricultores? ¿Otra vez a rascarse con sus propias uñas?
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