La pandemia causada por el COVID-19 no solo ha afectado la salud, sino ha dañado la economía. Y la agricultura no se ha visto exenta de sus repercusiones. Juan de Dios Trujillo Félix, doctor en Problemas Económicos Agroindustriales por la Universidad Autónoma de Chapingo; y profesor e investigador retirado de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), con especialidad en Análisis de Políticas Agrícolas de la Economía de la Agricultura comenta este importante tema para los productores.

 

Consecuencias y ventajas

“En el manejo de la pandemia las actividades agrícolas y pecuarias del país fueron consideradas esenciales, así que la producción no se ha visto interrumpida por medidas públicas de cierre”, señala primeramente el experto. Hubo preocupación por no cortar el flujo de oferta de bienes provenientes de la agricultura, dada su importancia para la alimentación de la población.

En general, la producción de granos se realiza en espacios abiertos y no implica congregación de gran número de personas; y no ha trascendido que empresas que implican congregación de personas en espacios reducidos, por tener características de empresas industriales, como en la horticultura y el procesamiento de productos pecuarios, hayan tenido un brote importante e inmanejable de coronavirus.

“Sin embargo, el flujo de esta clase de bienes puede haberse visto afectado por problemas en la distribución, por asaltos y problemas en las empresas de transporte. Los datos últimos de inflación en productos agropecuarios, al alza, parecen sugerir lo anterior.

Por el lado de la demanda de productos de la agricultura. El quedarse en casa ha afectado severamente a restaurantes y otros lugares de consumo abiertos al público, pero ha elevado el consumo en casa. Sin embargo, el mayor consumo en casa no compensa del todo el consumo fuera de casa, de manera que la demanda total se ha visto reducida. El consumo en casa implica más ahorro, menos desperdicios y, también un consumo más convencional; en tal sentido, altera los patrones de consumo, ya que, por ejemplo, reduce la demanda de carnes de cortes seleccionados, que se pagan a mejor precio, a favor de partes más económicas para los consumidores” declara el experto en economía.

 

Exportaciones

Aunque el Gobierno mexicano se movió rápidamente para que no se interrumpiera el flujo de mercancías entre México y Estados Unidos, las medidas de contención del virus en Estados Unidos afectaron la producción en México, “pues se redujo el consumo en restaurantes. Sin embargo, los daños sobre las exportaciones de hortalizas y frutas no fueron tan severos (en abril, por ejemplo, el valor de las exportaciones de hortalizas del país decreció en un 1 %). En cuanto a cárnicos, recientemente se han visto exportaciones récord de carnes de cerdo y res hacia Estados Unidos y Asia, porque la producción doméstica se vio interrumpida”, manifiesta Juan de Dios Trujillo.

En el primer trimestre de este año el sector agropecuario registró una tasa de crecimiento positiva, por arriba del 1%, mientras que la economía nacional presentaba un comportamiento negativo.

En términos de exportaciones agrícolas y pecuarias, las ventajas de haber hecho fuertes inversiones para garantizar la inocuidad de productos exportables, incluso más allá de las exigencias de los países a los que se exporta se ha constituido en una ventaja competitiva importante. Además, en el periodo de la pandemia la depreciación del tipo de cambio ha favorecido el incremento de la competitividad. En tal sentido, la demanda externa va a continuar siendo un factor de expansión, más allá de la pandemia, particularmente si han ocurrido daños permanentes en las capacidades productivas de otros países.

“En el periodo de la pandemia, los precios internacionales de los cereales han mostrado un comportamiento a la baja. En particular, el precio del maíz se vio afectado fuertemente por la menor demanda de maíz para la producción de etanol en Estados Unidos, debido a la caída en el consumo de gasolina y en el precio del petróleo”, argumenta Trujillo Félix. La mayor depreciación del peso sirvió de mecanismo de protección, pero no ha sido suficiente para compensar la caída de precios. Para garantizar un cierto ingreso, se requerirán transferencias públicas; dependiendo de la situación existente al momento de la comercialización de la cosecha.

Como el precio del maíz está vinculado al comportamiento de los energéticos, es muy probable que los precios se sostengan bajos. Anticipando que el precio del petróleo no alcance a corto plazo los niveles de precios que se tenían antes de la propagación de la pandemia.

La pandemia creó presiones adicionales sobre el presupuesto federal y su capacidad de gasto. Un efecto importante de la pandemia es que eleva la importancia de la salud pública en el presupuesto. Ya están ocurriendo reajustes en el presupuesto en esa dirección. En un ambiente donde las prioridades han cambiado, es de esperar que se asigne una ponderación baja a la agricultura en el presupuesto federal. “Los productores de granos de Sinaloa deberán contemplar este escenario a lo largo de lo que resta de este año y el siguiente al hacer sus decisiones de cultivo y producción”, recomienda el experto.

 

Retos y advertencias

Las actividades agropecuarias han sido afectadas negativamente en menor grado que otras actividades económicas, debido a que las personas no pueden dejar de consumir alimentos y no se han tomado medidas para cerrar empresas. Se puede dejar de comprar muchas cosas no indispensables, pero no se puede dejar de consumir alimentos; si bien pueden cambiar las formas y vías para consumir esos alimentos. “A medida que se logre controlar la expansión del virus y se pueda consumir fuera de casa, y se recuperen las actividades turísticas también se recuperará la demanda doméstica para productos de la agricultura. Para todos, el reto mayor sigue siendo el control de la expansión del virus, a final de cuentas”, expone Juan de Dios.

Las ventajas competitivas ya construidas se han vuelto relevantes durante el primer semestre de pandemia, sobre esa base habría que buscar mayor soporte, especialmente porque es de esperar que se vaya degradando la ventaja de contar con un tipo de cambio fuertemente depreciado (la depreciación del peso está estrechamente asociada a la aversión al riesgo).

“En cuanto a maíz, un cultivo que es muy importante para Sinaloa, más allá de la pandemia, el reto sigue siendo cómo ser competitivos frente a la producción de Estados Unidos y otros países”, agrega el economista. La pandemia crea presiones adicionales, pero no altera la situación de fondo. Existe un problema de competitividad no resuelto, debido a altos costos. Más allá de cuál sea el marco de intervención sobre el mercado de este producto, el reto es atacar el problema de fondo. En particular, porque el contexto de las finanzas públicas derivado de la pandemia no es favorable a los productores, como tampoco lo será -posiblemente- el tipo de cambio.

 

Granos

En cuanto a granos, los productores mexicanos continúan teniendo problemas de baja competitividad, es estructural, y hasta ahora no ve que se resuelva a corto plazo. Aun con transferencias públicas a favor de los productores, no se resolverá mientras no sea tratado como un problema de tipo estructural, y no como un problema de coyuntura.

 

Situación

Es muy probable que la recuperación de la demanda doméstica en otros países, particularmente en Estados Unidos, sea mucho más rápida que en México. En tal sentido, la vía de ampliación de la demanda externa puede ser mucho más efectiva para una recuperación rápida de las empresas nacionales que la vía de los mercados domésticos.

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