Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) 800 millones de personas en el mundo realizan agricultura urbana

Según estimaciones del Banco Mundial el 25% de todos los hogares urbanos en el mundo viven por debajo del límite de pobreza. Esta situación, que se traduce en la imposibilidad de que los ciudadanos de bajos recursos puedan satisfacer sus necesidades básicas, entre ellas la de la alimentación, ha vuelto estratégico el desarrollo de la agricultura urbana, como un aliado necesario que garantice la seguridad alimentaria de la población. Es decir que todos los habitantes tengan acceso físico y económico a suficientes alimentos nutritivos a fin de desarrollar una vida sana y activa.

La producción urbana de alimentos consiste en cultivar distintos tipos de granos, hortalizas, hongos y frutas, como también plantas aromáticas, medicinales, ornamentales y árboles, en áreas urbanas o periurbanas para que quienes viven en áreas cercanas tengan acceso y disponibilidad de alimentos. Generalmente basta con una superficie de cultivo pequeña, que bien administrada, puede rendir hasta quince veces más que las áreas rurales. Un espacio de apenas un metro cuadrado puede proporcionar veinte kilogramos de comida al año.

Para Fernando Shottenfeld, director general de Control Ambiental de la Agencia, “la agricultura urbana aporta a las familias una manera distinta de trabajar la tierra, para que cada uno pueda cultivar y cosechar alimentos sanos, frescos, locales y de temporada en huertas comunitarias”.

“Se trabaja con un grupo de agricultores urbanos respetando el ciclo de la naturaleza, desde el compostaje hasta la cosecha, con variedad de verduras de hojas, tomates, berenjenas, chauchas, zapallitos, entre otras, y sin químicos, solo con barreras de especies aromáticas que repelen los insectos”, explicó Shottenfeld.

Además esta práctica utiliza residuos urbanos, especialmente los orgánicos que son la base indispensable para realizar el compost que mantiene la fertilidad del suelo y evita la compactación de tierras. Además crea espacios verdes en la ciudad que contribuyen a la mitigación del cambio climático.

Desde el punto de vista social el programa de la Agencia Ambiental, que fue aprobado en enero de 2018, intenta empoderar el rol del agricultor urbano en la sociedad como un potencial oficio verde, así como la promoción de la participación colectiva y el acceso a la información sobre la agroecología como factor de desarrollo integral de la comunidad.

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