El Banco Mundial (BM) realizó un diagnóstico sobre México en el que señala que en este país persisten importantes brechas que reducir en sectores como la agricultura, a fin de que pueda crecer más rápidamente y ser más inclusivo en su camino de desarrollo.

Según el documento México cuenta además con una geografía favorable y abundantes recursos naturales, cuenta con una parte importante de tierra cultivable y abundante capital natural, incluidas importantes dotaciones de hidrocarburos y depósitos minerales. Debido a su entorno natural rico y diverso, tiene un gran potencial (incluso más allá de lo que se ha realizado) en la agricultura y el turismo. No obstante, debido a su posición geográfica, México también es propenso a una amplia gama de peligros naturales; el 41 por ciento de su territorio y el 31 por ciento de su población están expuestos a huracanes, tormentas, sequías, inundaciones, terremotos y erupciones volcánicas, esto se traduce en 30 por ciento del PIB en riesgo.

La base de recursos naturales de México (agricultura, bosques, pesca, agua y recursos costeros) es un importante contribuyente a la economía, sin embargo, la transformación estructural de la economía mexicana ha estado acompañada por una disminución de la participación de la agricultura primaria en el PIB, aunque su participación en el empleo sigue siendo significativa.

En 2017, la proporción del PIB total aportado por el sector agrícola primario (incluida la producción agrícola y ganadera, la pesca y la silvicultura) se estimó en un 3.2 por ciento frente a un 15 por ciento en 2014, como consecuencia del desarrollo desigual y la baja inversión en agricultura, en gestión de recursos hídricos y silvicultura, que limitan el potencial de abundante capital natural sumado a la baja productividad en las microempresas y a la agricultura en pequeña escala.

El capital natural es una fuente de ingresos particularmente importante para la población más pobre, pero está cada vez más en riesgo debido a subinversión y mala gestión.

Existen, por ejemplo, doce millones de personas que viven en áreas forestales; de los cuales el 88 por ciento vive en localidades altamente marginadas y el 62 por ciento son pobres, demostrando una relación directa entre las áreas con alta pobreza y aquellas que muestran altas tasas de deforestación.

De acuerdo con el INEGI, alrededor del 17 por ciento de la tierra total (32.7 millones de hectáreas) en México es tierra agrícola. Una gran parte de esta tierra todavía se usa para productos tradicionales de bajo valor (maíz, trigo, frijol, etc.). Menos de la mitad (43.6 por ciento) de la tierra agrícola es de propiedad privada, casi el 9 por ciento es de propiedad comunitaria, y el 47.3 por ciento restante está bajo ejidos. El sector agrícola en México muestra una estructura dualista.

Según el censo agrícola de INEGI de 2007, el 63 por ciento del empleo agrícola se concentra en fincas de menos de 5 hectáreas. Más recientemente, la actualización del censo agrícola de INEGI de 2016 muestra que más del 75 por ciento de los productores son pequeños propietarios de semi-subsistencia (menos de 5 hectáreas), concentrados en el centro y el sur, que emplean prácticas de producción tradicionales.

En 2015, cinco estados del Norte y Centro (Jalisco, Michoacán, Sinaloa, Chihuahua y Sonora) contribuyeron con el 50 por ciento del PIB agrícola de México, mientras que los estados del Sur, que albergan una gran proporción de productores agrícolas tradicionales (en número) contribuyeron mínimamente al PIB agrícola total.

El sector emplea una parte significativa (13.5 por ciento) de la fuerza laboral a nivel nacional; en los estados del sur, proporciona empleos para 20 a 40 por ciento de la fuerza laboral. Sin embargo, a través de sus enlaces hacia atrás y hacia adelante, la contribución del sector al PIB y al empleo es más sustancial.

La participación de los hombres en actividades agrícolas es de 15 por ciento en promedio, con la zona sur del país con la tasa más alta (27.3 por ciento) y la zona norte con la tasa más baja (8.1 por ciento). Además, la desigualdad de género también persiste en el sector, en el caso de las mujeres, la participación en actividades agrícolas no supera el 3 por ciento en ninguna región y poseen solo el 10 por ciento de la tierra que trabajan y están sujetas a una mayor exclusión productiva.

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